Inventoras
Algunos de los inventos más relevantes de la historia fueron ideados por mujeres, que gracias a su tesón, inteligencia y creatividad lograron concebir objetos que en su época parecían imposibles de desarrollar y realizar experimentos e investigaciones en diversas áreas de conocimiento, como la física, la química o la ingeniería.
Mujeres, como Mary Anderson, Hedy Lamarr, M.ª Luisa Calvo Padilla, o Ángela Ruíz Robles han contribuido con diferentes aportaciones a mejorar la sociedad. Si quieres conocer sus inventos o descubrimientos y los de otras inventoras accede a este link:
Curiosidades relacionadas con inventos
¿Quieres estar al día en materia de inventos curiosos? A continuación puedes leer una colección de artículos interesantes sobre algunos de los inventos más curiosos que han aparecido recientemente. Algunos están todavía en fase de proyecto.
Los mosquitos del género Anopheles habitan prácticamente en todos los continentes, aunque sus mayores poblaciones se encuentran en zonas templadas, tropicales y subtropicales. Estos mosquitos, a través de la picadura de sus hembras, transmiten la malaria; una enfermedad infecciosa causada por protozoos del género Plasmodium.
La malaria afecta a unos 300 millones de personas cada año y mata alrededor de un millón de personas, en su mayoría mujeres embarazadas y población infantil en África. Para reducir estas cifras, existen varios proyectos. El conocido como «Diarios de mosquito» emplea unas cámaras infrarrojas que registran las trayectorias de vuelo de los mosquitos alrededor de unas mosquiteras especiales cubiertas de insecticida. Además, analizan cuánto tiempo permanecen los mosquitos en ellas y de qué forma el insecticida evita que se alimenten de una persona que en ese momento esté durmiendo.
La finalidad es construir mosquiteras más avanzadas y también más efectivas que puedan prevenir esas miles de muertes cada año.
Recogedores de basura espacial
La denominada «basura espacial» (casquillos vacíos de cohetes, trozos de vidrio o satélites ya abandonados) se ha convertido en un auténtico vertedero de más de 7 000 toneladas que pueden suponer un peligro para la tecnología y para las misiones espaciales tripuladas. Por ello, la misión RemoveDebris pretende ser una solución de limpieza a este basurero espacial. El proyecto probará las tecnologías de captura y devolución de basura a la atmósfera terrestre.
Gusanos comedores de plástico
El polietileno es uno de los materiales plásticos que se emplean para la fabricación de envases alimenticios o bolsas de la compra. Este material tarda entre 100 y 400 años en degradarse dependiendo de su densidad.
Federica Bertocchini, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha encontrado una posible solución natural a la degradación. Ella, por casualidad, ha descubierto que los gusanos de cera (Galleria mellonella), que se alimentan habitualmente de miel y cera de los panales de abejas, son también capaces de degradar este plástico. Este descubrimiento permite albergar esperanzas para poder destruir de forma natural el polietileno.
Además, este estudio ha comprobado que 100 gusanos son capaces de biodegradar 92 mg de polietileno en 12 horas.
Alfred nobel: dinamita y paz
Alfred Nobel fue el inventor de la dinamita, descubrimiento que fue utilizado al servicio de la guerra. Era considerado un científico dedicado a la destrucción; no obstante, en 1891 declaró:
«Quizás mis fábricas pondrán fin a la guerra: el día en que dos ejércitos puedan aniquilarse en un segundo, todas las naciones civilizadas sentirán horror y disolverán sus tropas».
Años más tarde, la historia le quitó la razón a este inventor y empezó a trabajar muy activamente en el fomento de la paz mundial. En su testamento instituyó los conocidos Premios Nobel.
Estos premios son un galardón internacional que se otorga anualmente para reconocer a personas o a instituciones que hayan llevado a cabo investigaciones, descubrimientos o contribuciones notables a la humanidad en el año inmediatamente anterior o en el transcurso de sus actividades.
El ADN, ¿puede almacenar información?
Un grupo de investigadores del Instituto Europeo de Bioinformática (IEB) en Hinxton, Reino Unido, ha logrado almacenar información digital en una molécula sintética de ADN; es decir, demostró que es posible guardar textos, imágenes y sonidos en la llamada «molécula de la vida».
Almacenar información en el ADN no necesita electricidad y si se mantiene en un sitio fresco, seco y oscuro puede conservarse durante muchísimo tiempo.
Algunos expertos calculan que esta tecnología podría permitir que toda la información del mundo almacenada actualmente en discos duros cupiera en la palma de la mano.
Inventos por sorpresa
A lo largo de la historia, muchos aparatos y productos han sido descubiertos por puro azar. Al menos, eso es lo que se cuenta, pero en realidad no siempre es así, porque ¿crees que Alexander Fleming descubrió la penicilina solo por casualidad, cuando uno de sus cultivos bacterianos se contaminó con moho?, ¿qué Newton llegó a la ley de la Gravitación Universal porque se le cayó una manzana sobre la cabeza? En muchas ocasiones, detrás de un aparente error o casualidad hay muchas horas de trabajo, interés y motivación.
Sin embargo, es cierto que algunos inventos fueron fruto de la casualidad. A continuación, te contamos algunos de ellos.
Aunque existen muchas teorías sobre el origen de la pólvora y de los fuegos artificiales, una de las más aceptadas es que fueron inventados gracias a un cocinero chino que, de manera totalmente fortuita, produjo una explosión un día al hacer un fuego al aire libre en el que mezcló ácido sulfúrico, salitre y carbón vegetal. Tras la sorpresa inicial, probó a introducir la mezcla dentro de un tubo de bambú, dando origen a los fuegos artificiales, utilizados en China para espantar los malos espíritus en ritos como el matrimonio.
El microondas
En 1946, el ingeniero Percy Spencer estaba realizando estudios sobre los radares con un tubo llamado magnetrón, un dispositivo que transforma la energía eléctrica en electromagnética, cuando descubrió que la tableta de chocolate que llevaba en uno de sus bolsillos se había derretido. Extrañado, decidió probarlo con otros alimentos como, por ejemplo, las palomitas de maíz, y su sorpresa fue comprobar que, a los pocos minutos, estas se habían cocinado gracias a las ondas de baja densidad emitidas por el cilindro. Tras comprender lo que acababa de crear, decidió introducir el tubo en una caja y… Spencer acababa de crear uno de los electrodomésticos más habituales de las cocinas de medio mundo: el horno microondas.
El velcro
Estamos tan acostumbrados a algunos inventos, y a la vez son tan cotidianos, que no somos conscientes de hasta qué punto nos hacen la vida más sencilla; uno de estos inventos es el velcro. En 1941, el ingeniero suizo George de Mestral estaba dando un paseo por los Alpes cuando se quedó observando cómo las espigas de la setaria, una planta herbácea, se le quedaban pegadas a la ropa que llevaba puesta. Ya en su laboratorio, George de Mestral probó a crear un cierre en algodón formado por dos componentes: una tira de tejido con ganchos diminutos que se acoplaba a otra tira más pequeña de tejido con bucles que se unían temporalmente hasta que alguien los separaba. Al ver que el invento no funcionaba bien con algodón, probó a elaborar el cierre con nailon y poliéster.
Viendo el éxito logrado, de Mestral decidió patentarlo con el nombre de Velcro, palabra formada por el término francés velours (terciopelo) y la inglesa crochet (gancho).
A menudo, asociamos la aparición de nuevos inventos con los estudios científicos en laboratorios; sin embargo, muchos de ellos son fruto del puro azar. Uno de los más curiosos es el de los polos de hielo, un producto que se puede encontrar casi en cualquier lugar del planeta… y cuyo origen es totalmente inintencionado.
En 1905, Frank Epperson, un niño de 11 años, decidió prepararse, en el porche de su casa y a pesar de que era una fría tarde de invierno, una bebida compuesta por agua y polvos de soda que removió con una cuchara de madera. Después de preparar la mezcla, Epperson debió de olvidarse o despistarse, porque no se la tomo, así que se quedó en el porche toda la noche con la cuchara dentro. A la mañana siguiente, El niño se llevó una sorpresa enorme al ver que su bebida estaba congelada, y la cuchara quedaba como una especie de mango para agarrarla. Al tirar de la cuchara, el bloque de hielo con sabor a soda salió del recipiente.
Epperson se debió de comer aquel mejunje helado con mango de madera y debió de gustarle porque, casi dos décadas después, recuperó la idea y patentó los primeros polos de hielo de diferentes sabores.
Los pósit
Descubiertos en 1970 por el químico de la compañía 3M Spencer Silver, y desarrollados posteriormente por Art Fry, constituyen uno de esos sencillos pero imprescindibles inventos que llenan nuestro día a día. A finales de la década de 1970, Fry formaba parte de un coro de iglesia y estaba cansado de perder continuamente sus separadores de páginas de su libro de cánticos. Para solucionar el problema, el químico ideó una cinta de papel adhesivo que se pudiera despegar con facilidad de las páginas y que, además, no las dañara. Fry recordó que, una década antes, su compañero Spencer Silver había ideado un adhesivo con acrílico, que fue desechado por su escaso poder de sujeción. Sin embargo, esta falta de sujeción sí podía servir para fijar papeles de manera permanente y que no dañara la superficie donde se pegara… habían nacido los pósit, imprescindibles a día de hoy en la mayor parte de las oficinas del mundo.
El queso
El descubrimiento del queso se le atribuye a un desconocido nómada que, viajando por el desierto del Medio Oriente, hace más de 4000 años, llenó con leche sus bolsas de cuero y, después de varias horas de sol, descubrió que la leche había pasado a ser un masa blanquecina y sólida.
Internet, un gran invento para «navegar»con seguridad
Internet, quizás, ha sido el invento que más impacto ha causado en la sociedad en los últimos tiempos; ha cambiado la manera de comunicarse, la forma de acceder a la información, el medio para difundir contenidos, la vía para consumir y vender productos...
Aunque Internet fue inventado a finales de los años sesenta del pasado siglo, su uso no se democratizó hasta el cambio de milenio; aunque parezca increíble, en el año 2000 aún existía mucha gente sin acceso a la Red, sin correo electrónico o sin teléfono móvil.
Hoy en día, la Red o la Web, términos por los que también se conoce a Internet, es un invento imprescindible para comunicarse, entretenerse, difundir información, aprender... Y aunque es un gran invento que ha contribuido muy positivamente en esta sociedad, su uso entraña riesgos, sobre todo, para personas de tu edad. Por esto, para navegar de forma segura en la Red, ten en cuenta estos consejos:
Arquímedes
Arquímedes (ca. 287 a. C. - ca. 212 a. C.) fue un personaje poliédrico. Fue matemático, físico, científico y también un inventor de sorprendente genialidad. A él le debemos el principio físico que lleva su nombre y a él se le atribuyen numerosas invenciones, entre las cuales destacan los siguientes:
- El principio físico de la flotabilidad de los cuerpos.
- El tornillo sin fin, llamado también tornillo de Arquímedes
- Los espejos ustorios
- el cálculo del número pi
- La primera formulación matemática del principio de la palanca
- La longitud de la circunferencia está comprendida entre el perímetro de un polígono regular que esta circunscribe y el perímetro regular que inscribe.
- Cuando crece el número de los lados del polígono, su perímetro se aproxima cada vez más a la longitud de la circunferencia.
El descubrimiento más conocido de Arquímedes es el principio físico que explica por qué ciertos objetos floten en el agua, mientras que otros van al fondo o, más en general, que explica por qué todo objeto que esté sumergido en el agua pesa menos que si está fuera de ella.
El modo en que Arquímedes hizo este descubrimiento se suele relatar con una historia que no se sabe si es cierta o si es leyenda. Dice así:
Hierón, rey de Siracusa, encargó que le hicieran una corona de laurel toda de oro. Para ello dio a un orfebre un lingote de oro de un determinado peso (pongamos «una onza». Al recibir la corona, esta pesaba exactamente una onza y parecía de oro. Pero algo le hizo pensar a Hierón que el orfebre le engañaba. Sospechó que el artesano se había quedado una parte del lingote de oro y que había mezclado el resto con plata, un metal menos precioso, para hacer la corona y que esta pesara la onza exacta.
Pero ¿cómo podía descubrir si el orfebre había sido honesto o no? No podía probarlo. El orfebre estaba tranquilo. Pero Hierón seguía sospechando y, para encontrar la respuesta, llamó al sabio Arquímedes.
Mientras Arquímedes pensaba en cómo encontrar respuesta a este enigma, se dice que fue a tomar un baño relajante a su casa y que, al entrar en la bañera, vio que el agua se desbordaba. Parece que Arquímedes tuvo una imprevista intuición y gritó ¡eureka!, que en griego significa ¡Lo encontré!.
Había entendido lo que hoy llamamos principio de Arquímedes, que reza así: «Un cuerpo total o parcialmente sumergido en un fluido en reposo, experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al peso de la masa del volumen del fluido que desaloja».
Entonces Arquímedes fue a ver a Hierón. Pidió una balanza. De uno de sus brazos colgó la corona y del otro un lingote de oro de un peso de una onza. La balanza se equilibró. Pero Arquímedes recordó a todos que la plata es menos densa que el oro; así, si la corona estaba hecha de una aleación de oro y plata, tendría una densidad menor que si fuera de oro puro y, por lo tanto, para pesar una onza, tendría un volumen mayor que el lingote.
Arquímedes llenó de agua un recipiente, metió la corona y midió el volumen de agua desplazada. Luego hizo lo propio con el lingote de oro puro; el volumen desplazado fue menor que el de la corona.
Otras historias dicen que Arquímedes metió la balanza en el agua y allí se desequilibró, ya que el empuje hacia arriba experimentado por la corona era mayor que el del lingote, debido a que su volumen era mayor que el de dicho lingote.
Cualquiera de los dos casos significaba que el oro de la corona había sido mezclado con un metal más ligero, lo cual hacía que tuviera un volumen mayor que el del lingote original. El orfebre había engañado al rey.
El principio de Arquímedes permite prever también si un objeto se hundirá o si flotará en un líquido. Si el objeto tiene una densidad mayor que el del agua, el objeto se hundirá; si es el caso contrario, permanecerá a flote. Un barco de hierro flota porque, al ser hueco, tiene una densidad total menor que la del agua.
El tornillo de Arquímedes es una máquina que sirve para mover grandes cantidades de agua desde un nivel más bajo a uno más alto. Sirve, por ejemplo, para sacar agua de un pozo.
El tornillo consiste en un cilindro en el que se sitúa una gran espiral de madera. Se coloca inclinado en el agua, de forma tal que el agua puede subir hacia arriba pasando por las volutas de la espiral. El mecanismo se acciona con una manivela, como muestra esta imagen.
Espejo ustorio
Otra invención atribuida a Arquímedes es la de los espejos ustorios. Estos artefactos son grandes láminas cóncavas de bronce muy pulido, que eran capaces de concentrar los rayos solares en un punto e incendiar los barcos enemigos a gran distancia. Dicen que Arquímedes utilizó este sistema contra invasores de su ciudad, pero puede ser que se trate solo de una leyenda.
Los espejos parabólicos de los hornos solares son el equivalente actual de los de Arquímedes. Y funcionan; pueden concentrar los rayos solares hasta fundir metal.
El número pi (π)
En el campo de las matemáticas Arquímedes también hizo descubrimientos importantes.
Fue el primero, por ejemplo, que calculó hasta la segunda cifra decimal del valor del número π, es decir, la relación entre la longitud o perímetro de una circunferencia y su diámetro.
Para calcular pi Arquímedes hizo el razonamiento que está reflejado en la imagen:
Arquímedes consiguió calcular el perímetro de los polígonos regulares inscritos y circunscritos, y así obtuvo el número π = 3,14.
Con un método semejante demostró después que el área de una circunferencia de radio r es igual a πr2.
La palanca y la polea
Arquímedes era un gran investigador y a él le debemos muchas leyes de la estática (la parte de la física que estudia el equilibrio). Algunas de estas leyes fueron fruto de las investigaciones de Arquímedes sobre las palancas y las poleas.
La palanca se inventó hace unos 5000 años. Es un sistema mecánico compuesto por una barra rígida que puede girar libremente alrededor de un punto de apoyo o fulcro. Cuando Arquímedes estudió el funcionamiento de una palanca, se dio cuenta de varias cosas. Observó por ejemplo que, en una balanza, pesos iguales puestos a distancias iguales están en equilibrio, mientras que pesos diferentes puestos en distancias iguales harán que la balanza se incline de la parte donde hay mayor peso.
Además, descubrió que, cuando las distancias desde el centro son distintas, dos pesos están en equilibrio en distancias inversamente proporcionales a dichos pesos.
Este es el principio de funcionamiento de la palanca: en la siguiente imagen, por ejemplo, la piedra sobre la derecha está equilibrada por el peso en la izquierda, que es tres veces menor, porque el brazo izquierdo es tres veces más grande que el derecho.
De aquí la célebre frase que se dice que pronunció Arquímedes: «Dadme una palanca y un punto de apoyo y levantaré el mundo».
En las poleas, Arquímedes también hizo descubrimientos. Se resumen en este dibujo:
Por ejemplo, se dio cuenta de que para levantar un objeto con una polea única, es necesario aplicar en la cuerda una fuerza similar a su peso.
Si en cambio se aumenta el número de las poleas, se puede levantar el mismo peso aplicando una fuerza menor. En este caso, sin embargo, la cuerda deberá deslizarse por una distancia mayor.
Inventos con mucha historia
Algunos inventos llevan mucho tiempo en nuestra sociedad. Parecen muy básicos y sencillos pero en realidad fueron la «alta tecnología» de las épocas en las que surgieron y revolucionaron el mundo. La prueba es que se siguen utilizando en la actualidad. De todas esas maravillas tecnológicas que surgieron en tiempos remotos vamos a destacar tres ejemplos.
¿A quién y cómo se le ocurrió hacer un pequeño orificio en una fibra afilada de hueso y usarla para unir pieles de animales usando tendones o fibras vegetales? Pues lo desconocemos, pero le reconocemos el mérito.
Parece que las primeras agujas se hacían a partir de fragmentos de huesos largos de los animales que se cazaban. También de las astas de los cérvidos y del marfil de los mamuts. No sabemos si algunas se fabricaron de madera y no se han conservado como restos paleontológicos.
Se han descubierto agujas prehistóricas en cuevas como Altamira (Cantabria) o Allós de Balaguer (Lérida). Las primeras agujas documentadas se remontan a hace unos 21000 años. Se habla de una aguja con unos 28000 años de antigüedad, que utilizarían los últimos neandertales, y aunque no se puede confirmar con evidencias arqueológicas suficientes, lo cierto es que tampoco se puede descartar.
A partir del Neolítico (que comenzó hace unos 8000 años), las agujas se hacen más delgadas para poder trabajar con hilos más finos y conseguir trabajos más delicados.
Más tarde, se fabrican agujas de metal, más resistentes a la rotura. En la Antigua Grecia y la Antigua Roma, se fabricaban agujas de diferentes materiales, como hueso, marfil, madera, hierro, plata y hasta de oro. Se cree que fue en China, hace unos 1000 años, donde se usaron por primera vez agujas de acero.
En el siglo xvii, en Alemania había importantes fabricantes de agujas. Hasta el siglo xix las agujas se elaboraban a mano, de forma artesana. No fue hasta 1826 cuando se fabricaron con maquinaria las primeras agujas de metal con ojo.
Algo más tarde se inventaron las agujas para máquinas de coser, que son como una aguja normal, pero con el ojo en la parte inferior.
En 1945, durante la Segunda Guerra Mundial, hubo un intento de utilizar las agujas de coser como armas que portaran sustancias mortales, disparadas a modo de dardos. Finalmente, esto no sucedió y la aguja de coser ha servido siempre para lo que fue pensada.
Han pasado miles de años desde su invención y han existido muchas civilizaciones humanas, pero el diseño de la aguja de coser apenas ha variado desde la prehistoria hasta hoy en día. Por cierto, ¿sabes cuál es el nombre que se le da al ojo de la aguja?
El columpio
Según el diccionario español, un columpio consiste en una cuerda fuerte atada en alto por sus dos extremos para que se siente alguna persona en el seno que forma en el medio, asiéndose con las manos en los dos ramales, y pueda mecerse por impulso propio o ajeno. Y añade que algunos están compuestos de uno o varios asientos pendientes de un armazón de hierro o madera.
Hay columpios construidos en armazones de madera; otros en metal. Algunos tienen una tabla por asiento; otros tienen un neumático o un asiento con barreras para los más pequeños. Hay estructuras con un columpio, con dos o incluso con seis formando un corro.
Pero muchísimo antes de la construcción de estas estructuras, el ser humano ya se balanceaba de ramas o lianas.
En Hagia Triada, un enclave arqueológico de la isla de Creta, se ha encontrado una escultura de terracota, de hace unos 3500 años, que representa a una joven minoica (posiblemente, representando a la Diosa Madre) meciéndose en un columpio suspendido de dos cuerdas atadas a dos árboles.
Hace casi 3000 años, el columpio logró gran popularidad en distintos lugares de China, siendo en su origen un deporte que practicaban las mujeres.
Los pueblos indígenas americanos conocían el columpio o «hamaca» al menos hace 1500 años.
Griegos y romanos también practicaban este juego. Dice una antigua leyenda que el columpio fue inventado por Baco, dios romano del vino y la vendimia, instruido también en las artes de la danza y la canción.
Sí que es cierto que el uso del columpio ha estado asociado a ritos religiosos, en ceremonias que representaban la liberación de las almas del purgatorio o que conmemoraban el crecimiento de las mieses. Los brahmanes de la India creían que cuanto más alto subiesen al columpiarse, más alto crecería el arroz.
En Bangkok (Tailandia), un templo erigido en el siglo xix llamado Wat Suthat conserva los restos de la estructura del Gran Columpio o Giant Swing, de 25 m de alto. En las celebraciones anuales, durante la tradición brahmánica se asociaba el balanceo con la llegada de los dioses Shiva y Vishnu y con la buena fortuna. Dejó de utilizarse en 1935 debido sobre todo a los accidentes mortales que ocurrían. En el año 2007 se reemplazó el Columpio por uno nuevo. La estructura original del Columpio Gigante, construida en 1784 con la madera de teca de seis árboles que sumaban más de cien años de antigüedad, se conserva actualmente en el Museo Nacional de Tailandia.
En la región de Manchuria (China), en Harbin, la conocida como ciudad del hielo, existe un columpio instalado a 200 m del suelo, en la torre de acero más alta del noroeste asiático, la Torre del Dragón.
En Europa, el columpio más alto se localiza a 100 m de altura, en Ámsterdam. Es conocido como Over the Edge (Sobre el filo) y está formado por cuatro asientos asegurados con fijaciones.
Algunos artistas han pintado cuadros en los que representan este popular juego. El español Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828) expresa en una pintura una escena campestre de tres mujeres con cuatro niños y su perro, en la que uno de los muchachos, sentado, tira de una cuerda para columpiar a una de las mujeres, vestida de maja. Esta obra se llama El columpio y fue creada en 1779. Se conserva en el Museo Nacional del Prado.
El tenedor
Sería un buen ejercicio de imaginación figurarse que ingerimos la comida de nuestro plato sin usar en ningún momento el tenedor. Y sin ayuda de los palillos chinos. El plato lleno de dedos, los dedos pringosos… Pues en la historia de la Humanidad esto ha sido lo más frecuente y normal. Solo hace unos tres siglos que hemos aprendido a usar el tenedor en la mesa.
La forma de tenedor es conocida desde la antigüedad más remota, aunque en su origen se relacionaba con acciones de guerra o agrícolas. El dios Neptuno se representa portando un tridente, de mango tan largo como una lanza, con el que luchaba contra gigantes y golpeaba la tierra para hacer que brotasen los manantiales.
Como utensilio de cocina, el tenedor ya se usaba en los tiempos de Homero (aquel poeta griego de hace 28 siglos). Entonces era un largo pincho para ensartar trozos de carne mientras se asaban.
Los asirios, egipcios, griegos y romanos también conocían un tipo de tenedor, muy semejante a un estilete, cuya punta afilada servía para pinchar la comida.
En la época medieval, se inventó el tenedor de trinchar, que se denominó broca, y consistía en un utensilio de unos 20 cm de largo, cuyo mango terminaba, por un extremo, en dos o tres púas y, por el otro, en un afilado punzón.
A fines de la Edad Media, aparece el tenedor como instrumento para tomar los trozos de comida de la fuente común.
En el siglo xi, el Duque de Venecia, Doménico Selvo, se casó con una princesa bizantina, llamada Teodora Anna, que usaba para comer un tenedor dorado de dos púas, al que dio el nombre de fourchette (pincho). La forma de comer de esta princesa fue reprendida por San Pedro Damián (cardenal benedictino de la Iglesia católica) por preferir ese extraño instrumento a las manos (concedidas por el Altísimo).
En el siglo xii, Tomás Becket, arzobispo de Canterbury (Inglaterra), llevó el tenedor de dos púas a la corte inglesa, traído de Florencia, pero no consiguió su propósito de que se usase en la mesa. Becket fue asesinado a finales de 1170, aunque no por este motivo.
El rey Eduardo I de Inglaterra poseía, según su inventario de 1307, miles de cucharas y cuchillos, pero solo siete tenedores En el inventario de Carlos v de Francia de 1380 había un tenedor en el estuche de utensilios que el monarca disponía para comer. Pero ese tenedor se usaba por ejemplo para pinchar frutas y no para llevar trozos de comida a la boca.
El humanista neerlandés Erasmo de Rotterdam, a principios del xvi, dispone como regla de urbanidad que en la mesa las viandas se tomen con tres dedos (el pulgar y los dedos adyacentes).
Catalina de Médicis, hija del gobernador de Florencia, conoció el tenedor a través de mercaderes venecianos que lo trajeron de la corte de Constantinopla. Y lo puso de moda cuando se convirtió en reina de Francia al casarse con Enrique II, en 1533. Catalina, además, llevó a Francia los perfumes, el azafrán, los helados y guisos como el pato a la naranja o las espinacas con una crema de leche, harina y manteca (predecesora de la salsa bechamel).
El viajero inglés Thomas Coryate, a principios del siglo xvii, aprende en Italia la costumbre de comer con tenedor y se la lleva a Inglaterra, aunque sus compatriotas se mostraron reacios durante algún tiempo ya que creían que solo los dedos humanos eran dignos de tocar la comida de Dios.
Felipe III (rey de España de 1598 a 1621), a través de su valido Francisco de Sandoval, promovió el uso del tenedor.
Lo cierto es que el tenedor tardó siglos en ser aceptado en nuestras mesas, porque antes de adquirirse la destreza necesaria para su uso causaba heridas en la cara, boca y dientes.
Además, hasta el siglo xix el tenedor no se fabrica en grandes cantidades y a precios asequibles. Esto fue posible gracias al descubrimiento de la galvanoplastia, que es el proceso en el que se cubre un metal con otro por medio de la electricidad, protegiendo así contra la corrosión y posibilitando la decoración. Se aplican metales como cromo, cobre, níquel, zinc, plata y oro.
Hoy en día, disfrutamos de cubiertos a juego, de manera que la cuchara, el tenedor y el cuchillo forman una colección con igual ornamentación. Incluso, ahora el tenedor tiene variada forma y tamaño; por ejemplo, hay tenedores para pescado, ensalada y hasta para dulces.
En cuanto al número de púas, la variedad indica la función asignada al tenedor, no su antigüedad. Se conservan algunos muy antiguos que tenían cuatro púas, otros con tres y la mayoría, con dos púas.
A lo largo del tiempo, el tenedor ha recibido diferentes nombres, muchos ya en desuso. Así, en el Diccionario de uso del español de María Moliner, encontramos broca, cuchar, desbullador, forchina, forcina, tridente y trinchante.
¡Eso lo inventé yo!
¿Sabías que la autoría de alguno de los inventos y descubrimientos más importantes de la historia ha sido objeto de disputa? Este es el caso del teléfono, de la radio y del ADN.
En el caso de la radio hay varios candidatos para adjudicarse su invención. Guillermo Marconi, Julio Cervera Baviera y Nikola Tesla.
El italiano Guillermo Marconi patentó la radio y durante mucho tiempo se le consideró su inventor pero lo hizo utilizando diecisiete patentes de Nikola Tesla, por lo que este último demandó a la compañía de Marconi y en 1943 la Corte Suprema de Estados Unidos concedió los derechos de las patentes a Tesla, cuando ambos ya habían fallecido.
Nikola Tesla fue uno de los grandes inventores de la historia y aparte de su lucha por ser reconocido como el inventor de la radio, tuvo una gran rivalidad con el famoso inventor Thomas Alva Edison, en la que se conoció como la guerra de las corrientes. Fue una disputa por proporcionar la tecnología para electrificar Estados Unidos. Para ello Tesla creó la corriente alterna y Edison la corriente continua. La corriente defendida por Tesla era más fácil de transportar a grandes distancias, permitía iluminar mejor grandes ciudades y era más económica, por lo que finalmente se impuso a la corriente continua de Edison.
El descubrimiento de la estructura del ADN es todavía objeto de debate. En 1962, los científicos Watson, Crick y Wilkins recibieron el Premio Nobel por el descubrimiento de la estructura de doble hélice del ADN. La discusión sobre el mérito de este descubrimiento se debe a que fue la científica Rosalind Franklin quien, con anterioridad, tomó los datos y las imágenes que demostraban esta disposición. Franklin expuso sus descubrimientos en una charla a la que asistieron Watson y Crick, los cuales comenzaron a investigar basándose en los datos y en las fotografías tomadas por la científica. El reconocimiento a su trabajo con el ADN solo llegó años después de su muerte, pero antes hizo importantes descubrimientos sobre virus, como el de la polio.
¿Te gustaría inventar algo?
Si entre tus deseos para cuando seas mayor está el de inventar algo que resulte útil a la humanidad, aquí te damos algunos consejos:
- Observa con mucha atención lo que te rodea. Si quieres convertirte en un inventor, tendrás que crear algo que todavía no existe, así que tendrás que acostumbrarte a observar muy bien tu entorno y hacerte preguntas. Por ejemplo: ¿qué podría crear yo para mejorar la vida de los ancianos? o ¿para que las gafas no se ensucien? Cosas así.
- Ten claro que los inventos tienen que ser útiles, al menos para alguien. Es verdad que hay quien ha creado cosas sin «aparente» utilidad, cosas imposibles, pero no es lo normal.
- Ten en mente siempre a la persona a la que va destinado el invento. Por ejemplo, no es lo mismo inventar algo para bebés que para personas adultas.
- Ten presente que tus ideas se tienen que poder realizar. Por ejemplo, puedes tener la maravillosa idea de construir una alfombra mágica, pero ¿es posible hacerla con la tecnología actual o solo es una fantasía irrealizable?
- Ve anotando las ideas que se te vayan ocurriendo. Intenta desarrollarlas en la medida que puedas. En un cuaderno puedes ponerle un nombre, describirlo con palabras, indicar cuál sería su finalidad, su funcionamiento, hacer un boceto de cómo lo imaginas…
- Intenta arreglar las cosas que se rompen. Si realmente aspiras a inventar, tendrás que ir aprendiendo, poco a poco, cómo funcionan las cosas, y eso implica que tienes que conocer sus «tripas».
- Investiga para averiguar si la idea que has tenido no la ha tenido otra persona antes. Te parecerá increíble la cantidad de ideas parecidas que aparecen en el mundo. Hay tantas personas que muchas veces se producen coincidencias.
- Cuando hayas conseguido inventar alguna cosa, consulta a las personas de tu confianza, para conocer su opinión. Si les resulta un invento útil, si se puede mejorar… si tienes que darle «una vueltita más» y pensarlo un poco mejor… No te desanimes, lo normal es que las cosas salgan después de varias vueltas (seguro que después de más de una).
- Sobre todo, lo que debes tener es ingenio, ganas de descubrir y tenacidad (también puede que tengas que aprender algo de matemáticas, porque con ellas se proyecta y se hacen cálculos, algo de física o de química, de ingeniería… Pero eso se va aprendiendo con el tiempo y trabajando un poquito).
- Un problema que resolver
- Capacidad de observación
- Imaginación
- Seleccionar una idea
- Investigar
- Construir
- Probar
- Perseverar
Un ejemplo de cómo inventar: el bolígrafo
¿Se inventa por casualidad y suerte o por medio de un proceso y duro trabajo? A continuación, os vamos a contar las claves para inventar. Para que entiendas mejor las fases, pondremos como ejemplo un invento que todos usamos: el bolígrafo.
Lo primero que hace falta para inventar es tener un problema y tener ganas de resolverlo.
La historia de la invención del bolígrafo comienza a finales del siglo xix, cuando el peletero estadounidense John Loud necesita un instrumento más eficiente que la pluma fuente para marcar el cuero.
Por aquel entonces ya se le había incorporado a la pluma la punta de acero, y Loud modifica la punta de acero haciéndola esférica. Pero la tinta era muy líquida y el cabezal solo funcionaba en superficies rugosas como cuero, cartón y madera.
En 1892 otro inventor llamado Evans sustituyó la punta en forma de bola de Loud por una ruedita que se cebaba de la tinta procedente de una almohadilla entintada. Pero el problema seguía siendo el tipo de tinta.
Una vez imaginadas las posibles soluciones, hay que seleccionar una idea, descartando poco a poco las que son completamente irrealizables o las que, tras analizarlas, se ve que no sirven.
Se había avanzado hacia un medio cómodo para escribir, pero aún había que perfeccionarlo.
El periodista húngaro László József Bíró, harto de los problemas de escribir con pluma, decidió mejorar el invento.
El siguiente paso era investigar. ¿Qué investigar?
Dado que el mayor problema parecía ser la tinta, había que investigar la fluidez de la tinta.
Junto con su hermano György Bíró (químico) se dispusieron a investigar formulaciones y consiguieron una tinta que permitía un trazo más fluido y uniforme. Además, tardaba poco en secarse y no dejaba manchas, no se malgastaba y era indeleble, es decir, que no se podía borrar.
Parece ser que László se inspiró observando, en una imprenta, el uso de una tinta que secaba casi al instante. En otras palabras, echó mano de su capacidad de observación, una de las cualidades necesarias de todo inventor.
Construcción del prototipo. Para poder comprobar si un invento funciona, hay que construir (o programar, si nuestro invento es virtual) un prototipo.
László József Bíró construyó su prototipo de bolígrafo, que tenía un depósito con la tinta obtenida por él y su hermano, y punta esférica que rodaba. Permitía escribir en diversas superficies, incluido el papel carbón.
Bíró presentó el prototipo en la Feria Internacional de Budapest de 1931 y fue patentado en 1938. No llegó a comercializarlo en Europa, pero en 1940, junto a su hermano mayor y su socio Meyne fundaron una empresa en un garaje para fabricar su pluma esferográfica.
¿Qué pasa si no funciona? Hay que ser perseverantes, investigar un poco más y volver a intentarlo.
El invento de Bíró funcionaba… pero era mejorable. El mecanismo que posibilitaba la escritura dependía de la gravedad para que fluyera la tinta hacia la punta de bola, y no siempre resultaba eficiente.
Identificaron el problema, era el flujo de la tinta desde el depósito hasta la punta, y se pusieron a investigar de nuevo.
Diseñaron un nuevo modelo, basado esta vez en el fenómeno de la capilaridad, por el que un líquido tiende a fluir entre dos cuerpos sólidos muy próximos. La punta de bola actuaba como una esponja de metal, y así la tinta podía fluir más suavemente en diferentes posiciones del bolígrafo. Los hermanos Bíró vendieron su patente a la empresa norteamericana Eversharp que unos años más tarde fue adquirida por Parker Pen.
Pero el bolígrafo todavía se podía mejorar. Era necesario conseguir una tinta cuyo secado sobre el papel fuese instantáneo.
Esa tinta fue inventada en California por el químico austriaco Franz Seech. Fue comercializada con el nombre de Paper Mate.
Aún había otro problema, el alto precio al que debían venderse los bolígrafos era un gran obstáculo para su comercialización a gran escala.
Entran en juego otra vez en la invención del bolígrafo la capacidad de observación, la investigación y la imaginación. Durante dos años, el francés Marcel Bich, estudió la construcción de cada bolígrafo que había en el mercado, a veces trabajando con un microscopio y sustituyó el metal con el que se fabricaban por otros materiales más económicos. Solo la punta y la bolita siguieron siendo de metal, convirtió el depósito de tinta en un tubito de plástico flexible y el cuerpo del bolígrafo pasó a ser un tubo de poliestireno transparente. Había creado un bolígrafo que escribía claro, suave, no goteaba y que era barato. El primer bolígrafo desechable.
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